domingo, mayo 13, 2007

(2) ¡Desnudos!, ¡Desnudos!, ¡Desnudos!



Después de acariciarlos a todos he ido a casa de Nino Gomera y le he pedido una copia del informe del Sr. Arzobispo Mayoral. Tenía dos. Una para mí. Otra para él. De paso me ha enseñado unas fotos del ombligo de su hermana.

Sigue como sigue:

El nigromante rondó unos días el Gólgota Francés. Vivía a salto de mata. A salto de cama si se daba el caso. Trabó amistad con los Niños Murcia y de vez en cuando les pedía que le dejaran su cuarto para hacer sus cosas. Invocando en la penumbra a unos cuantos muertos procuraba seguir vivo en la práctica de sus arcanos.
Allí, en la ladera del Gólgota Francés, los inviernos son duros, pero aun el invierno más cruel llega a su fin y trae tardes buenas. Fue en una de éstas que el nigromante se echó a dormir la siesta: desnudo sobre la hierba cencida de un hermoso prado. Durmió plácidamente, soñó muchachas nubias y loros muertos alfombrando las calles de Francés. Con el fresquito del ocaso se despertó. Olía a almizcle. O quizá a compota de manzana. Abrió los ojos y allí, de pie ante él, un joven en cueros vivos, pálido, casi transparente, el rostro de perfil, miraba al infinito. Su sexo, de tamaño colosal, le rozaba la nariz postiza. Se incorporó de un salto y aulló, sin saber bien ni mal lo que decía: - ¡Xedropot Násgu Bolardo de Palo!

Cuando abrió los ojos, aquello (que luego pasaría a conocerse como Xedropot: el primer Desnudo documentado y el único con la gracia de un nombre) se había esfumado.

Nuestro buen nigromante abandonó aquellas regiones perturbado en lo hondo por aquella visión y visitó a muchos amiguitos para relatarles lo que había visto (y olido): espiritistas, magos, médiums, adivinos, brujos, videntes, hechiceros, astrólogos, quiromantes y taumaturgos no le aclararon gran cosa. Alguno le hizo dudar: ¿no sería la aparición de un muerto recién invocado venida a destiempo? ¿Una trampa de su imaginación embebida en el misterio? ¿Algún hippie zarrapastroso con ganas de incordiar a la gente de bien y el cimbel estimulado por las drogas y el ayuno?

A los pocos días, la Gaceta Wöyzeck, al otro lado de Francés, hablaba de extrañas apariciones de exhibicionistas pálidos. Y lejos de allí, en los Cárpatos Francés, como quien no quiere la cosa, una de señora de muy buen ver dejaba caer sus pechos desnudos sobre las corvas de un seminarista dormido que, fuera o no casualidad, en ese mismo momento dejó de estarlo.

No hay comentarios: