lunes, marzo 30, 2009

Gene Tierney cuando llueve


Gene Tierney cuando llueve, y hoy lo ha estado haciendo todo el día, lo pasa bastante bien jugando a las cartas con su marido.

viernes, marzo 27, 2009

Balada de pistoleros


El Paso

Out in the West Texas town of El Paso
I fell in love with a Mexican girl.
Night-time would find me in Rosa's cantina;
Music would play and Felina would whirl.

Blacker than night were the eyes of Felina,
Wicked and evil while casting a spell.
My love was deep for this Mexican maiden;
I was in love but in vain, I could tell.

One night a wild young cowboy came in,
Wild as the West Texas wind.
Dashing and daring,
A drink he was sharing
With wicked Felina,
The girl that I loved.

So in anger I

Challenged his right for the love of this maiden.
Down went his hand for the gun that he wore.
My challenge was answered in less than a heart-beat;
The handsome young stranger lay dead on the floor.

Out through the back door of Rosa's I ran,
Out where the horses were tied.
I caught a good one.
It looked like it could run.
Up on its back
And away I did ride,

Just as fast as I

Could from the West Texas town of El Paso
Out to the bad-lands of New Mexico.

Back in El Paso my life would be worthless.
Everything's gone in life; nothing is left.
It's been so long since I've seen the young maiden
My love is stronger than my fear of death.

I saddled up and away I did go,
Riding alone in the dark.
Maybe tomorrow
A bullet may find me.
Tonight nothing's worse than this
Pain in my heart.

And at last here I

Am on the hill overlooking El Paso;
I can see Rosa's cantina below.
My love is strong and it pushes me onward.
Down off the hill to Felina I go.

Off to my right I see five mounted cowboys;
Off to my left ride a dozen or more.
Shouting and shooting I can't let them catch me.
I have to make it to Rosa's back door.

Something is dreadfully wrong for I feel
A deep burning pain in my side.
Though I am trying
To stay in the saddle,
I'm getting weary,
Unable to ride.

But my love for

Felina is strong and I rise where I've fallen,
Though I am weary I can't stop to rest.
I see the white puff of smoke from the rifle.
I feel the bullet go deep in my chest.

From out of nowhere Felina has found me,
Kissing my cheek as she kneels by my side.
Cradled by two loving arms that I'll die for,
One little kiss and Felina, good-bye.


Marty Robbins
Gunfighter Ballads and Trail Songs
1959

jueves, marzo 26, 2009

Lecciones breves sobre la democracia



Una periodista de la RAI convenció a Sartori de que diera treinta lecciones breves (de unos tres minutos) sobre la democracia para la televisión.

Luego se publicó este libro que está muy bien y que perfectamente podría usarse en las escuelas para jóvenes NoFrancés.

Algunos de los títulos de las leccioncillas:
7. Democracia refrendataria y directismo; 8. Democracia vertical; 9. Mosca, Michels y Schumpeter; 18. "Políticamente correctos" y óptica ideológica; 20. Derecha e izquierda; 21 La preferibilidad de la democracia; 23. Democracia e islam; 25. Multiculturalismo no es pluralismo; etc.

(De Sartori también gustó mucho La sociedad multiétnica y ¿Qué es la democracia?; y no mucho, la verdad, Homo Videns)

La democracia en 30 lecciones
Giovanni Sartori
Taurus, 2009

lunes, marzo 23, 2009

Un arenque en el centro de nuestro Campo Gravitacional



La semana pasada estuvimos fuera unos días por el puente de San José. Y (oh) al volver a casa encontramos un arenque flotando en el mismísimo centro de nuestro Campo Gravitacional. Ya nos avisaron los técnicos de que algunas líneas geodésicas fuera de control podían atraer objetos inesperados al centro de nuestro nuevo Campo ya que, según muy amables nos contaron, la fuerza centrípeta de un buen Gravitacional sufre alguna que otra vez variaciones inesperadas cuando llega el buen tiempo y florece el limonero. Y así, no nos hubiera extrañado tanto si se tratara de una pinza de la ropa o de un sostén o de un calcetín-ejecutivo-caballero, pero confieso que jamás habríamos esperado encontrar un arenque en el centro de nuestro Campo Gravitacional.

miércoles, marzo 18, 2009

La tierra de las excavadoras



In Diggerland you can ride, drive and operate full size construction machinery. Fasten your seat belts and get spun, shaken and elevated on the crazy ‘Spin Dizzy’. Hold on tight whilst we elevate you to a height of over 50 feet on the ‘Sky Shuttle’. You can also drive dumper trucks, mini tractors, quad bikes, JCB Robots and full size JCB 3CX’s.

La canción de Diggerland (Kent):

lunes, marzo 16, 2009

Cualquier cosa antes que sufrir el acoso Pilón



En el disco-bar oscuro de Gijón encuentro al Artista. Parece que lleva prisa el pobre, pero no me resisto a hacerle unas cuantas preguntas para los lectores de Mistinguettes De Österreich (la revista de postres, la revista de miel):

Mistinguetes De Österreich - ¿Cuál es tu comida favorita, bonico?
Artista - Penceño Moderno.
MdÖ - ¿Y la de tu madre?
A - Jarafuet. La Morla. El pan.
MdÖ - ¿Y es verdad aquello que dicen de que se han suavizado las relaciones de tu parienta con la familia de Valdemaras Chomičius y con el Sindicato de Actores-Mono?
A - Es.
MdÖ - Pasemos a otra cosa.
A - Pasemos.
MdÖ - ¿Le has acariciado ya el bajo vientre al Buda Renano que ha traído el Ayuntamiento a la Plaza Grande?
A - No en miércoles. Y sólo con la puntita de los dedos. Dobro.
MdÖ - ¿Y qué? Twing, ¿no? ¿Twang?
A - Yo te lo diré. Deja que te cuente. Atiende.
MdÖ - No, ahora no, buen Artista, noble Trovador. Mira, mejor: ¡Epidemia entre la gente, que te paso la corriente!
A - La noto, la noto. Da gustito la corriente, ¿eh? ¡Ya lo tengo!
MdÖ - He visto la bombilla de dibujos (qué poquita luz) encenderse sobre ti. ¿Qué cosa te turba, por Dios? ¿Qué atrona en tu sesera?
A (Las manos crispadas sobre el rostro: las guedejas más bien desaseadas a un lado; la capuchita de fieltro untosa de gominé al otro. Tras una grosera risotada [que Pistolita de Morandi no dudaría en calificar de histérica]) - ¡Qué me dejo el parapluie!

Así que ya veis (si lo veo yo lo puede ver cualquiera), habrá que ir eligiendo, queridos lectores-caballito de mar entre Puertomingalvo y Puerto Vallarta.
(Esperamos vuestras respuestas en la redacción de MdÖ. Si no llegan antes de las dos, mal asunto: igual nos tiramos por un barranco o nos tomamos pildoritas para morirse. Cualquier cosa antes que sufrir el acoso Pilón).

jueves, marzo 12, 2009

Spanish dance troupe



Woke up on monday and got ready for school
put on my uniform it was three sizes too small
i said "dear, dear, dear teacher
i've been six years away
and ain't finished my essay
coz rock'n'roll rules ok!"

My conclusion this summer
was there was much too much rain
so i ran off on thursday
with a dance troupe from Spain
where wine, dance and music
is the name of the game
from Bilbao to Madrid
my mind ain't been the same

Oh the rehearsals went easy
and i'd learnt all the moves
i was playing a tree trunk in a forest of fools
now María moved real good and i could if i would
but when your mind's your prison
things just don't seem so good

and then we'll be married
then we'll be happy
and then we'll be married
then we'll be happy
ooooooooohhhhhhhhhh

Spanish Dance Troupe
Gorky's Zygotic Mynci
Gales, 1.999.

martes, marzo 10, 2009

Prólogo de "A sangre y fuego" de Manuel Chaves Nogales (1937)



Se habla de Manuel Chaves Nogales y se le reedita. Aquí por ejemplo o (quizá lo más llamativo) en el Babelia de El País del pasado 28 de febrero: aquí y aquí. Ya a principios de los 90 la Diputación de Sevilla había reeditado su Obra narrativa completa, pero, claro está, la trascendencia no había sido la misma. Así las cosas, vuestro buen Molibdeno se deja llevar por la corriente y se hace con otra reedición reciente, la de A sangre y fuego (Héroes, bestias y mártires de España), número 631 de la actual Colección Austral.
Nueve relatos sobre la Guerra Civil Española escritos en París en 1.937 que van precedidos de este magnífico texto.
Y a eso vamos: como me ha gustado tanto el prólogo lo traigo aquí entero, de cabo a rabo, sin cortar ni una palabra; con lo cual me queda una entrada larguísima que, como es de suponer, todo el que no tenga tiempo o ganas puede evitarse con sólo apartar la vista o, por qué no, dándole la espalda al texto (con el riesgo de que alguien [no sé quién; menos cómo] pueda radiografiar su nuca desde la pantalla del computador) o tirándose al suelo y haciéndose el muerto o pulsando la combinación de teclas adecuada en su teclado.

***

PRÓLOGO DEL AUTOR

Yo era eso que los sociólogos llaman un "pequeñoburgués liberal", ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio – como dicen los marxistas –, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionado periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo. Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, de ciudadano de una república democrática y parlamentaria.

Si, como me ocurría a veces, el capitalismo no prestaba de buen grado sus grandes rotativas y sus toneladas de papel para que yo dijese lo que quería decir, me resignaba a decirlo en el café, en la mesa de redacción o en la humilde tribuna de un ateneo provinciano, sin el temor de que nadie viniese a ponerme la mano en la boca y sin miedo a policías que me encarcelasen, ni a encamisados que me hiciesen purgar atrozmente sus errores. Antifascista y antirrevolucionario por temperamento, me negaba sistemáticamente a creer en la virtud salutífera de las grandes conmociones y aguardaba trabajando, confiado en el curso fatal de las leyes de la evolución. Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario.
En realidad, y prescindiendo de toda prosopopeya, mi única y humilde verdad, la cosa mínima que yo pretendía sacar adelante, merced a mi artesanía y a través de la anécdota de mis relatos vividos o imaginados, mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo.
Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente. Después de tres siglos de barbecho, la tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez y la crueldad ancestrales. Es vano el intento de señalar los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector social, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.
De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros. Me consta por confidencias fidedignas que, aun antes de que comenzase la guerra civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social, sin perjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable.
Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones. Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado, me encontré en pleno régimen soviético. Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el "camarada director", y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de "pequeñoburgués liberal", de la que no renegué jamás.
Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo.
Hombro a hombro con los revolucionarios, yo, que no lo era, luché contra el fascismo con el arma de mi oficio. No me acusa la conciencia de ninguna apostasía. Cuando no estuve conforme con ellos, me dejaron ir en paz.
Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas.
Los "espíritus fuertes" dirán seguramente que esta repugnancia por la humana carnicería es un sentimentalismo anacrónico. Es posible. Pero, sin grandes aspavientos, sin dar a la vida humana más valor del que puede y debe tener en nuestro tiempo, ni a la acción de matar más trascendencia de la que la moral al uso pueda darle, yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos. Para un español quizá sea éste un lujo excesivo.
Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa.
Cuando el gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después. Mi condición de ciudadano de la República Española no me obligaba a más ni a menos. El poder que el gobierno legítimo dejaba abandonado en las trincheras de los arrabales de Madrid lo recogieron los hombres que se quedaron defendiendo heroicamente aquellas trincheras. De ellos, si vencen, o de sus vencedores, si sucumben, es el porvenir de España.
El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. El hombre fuerte, el caudillo, el triunfador que al final ha de asentar las posaderas en el charco de sangre de mi país y con el cuchillo entre los dientes –según la imagen clásica– va a mantener en servidumbre a los celtíberos supervivientes, puede salir indistintamente de uno u otro lado. Desde luego, no será ninguno de los líderes o caudillos que han provocado con su estupidez y su crueldad monstruosas este gran cataclismo de España. A ésos, a todos, absolutamente a todos, los ahoga ya la sangre vertida. No va a salir tampoco de entre nosotros, los que nos hemos apartado con miedo y con asco de la lucha. Mucho menos hay que pensar que las aguas vuelvan a remontar la corriente y sea posible la resurrección de ninguno de los personajes monárquicos o republicanos a quienes mató civilmente la guerra.
El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende. Viniendo de un campo o de otro, de uno u otro lado de la trinchera, llegará más tarde o más temprano a la única fórmula concebible de subsistencia, la de organizar un Estado en el que sea posible la humana convivencia entre los ciudadanos de diversas ideas y la normal relación con los demás Estados, que es precisamente a lo que se niegan hoy unánimemente con estupidez y crueldad ilimitadas los que están combatiendo.
No habrá más que una diferencia, un matiz. El de que el nuevo Estado español cuente con la confianza de un grupo de potencias europeas y sea sencillamente tolerado por otro, o viceversa. No habrá más. Ni colonia fascista ni avanzada del comunismo. Ni tiranía aristocrática ni dictadura del proletariado. En lo interior, un gobierno dictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años, hasta que hayamos pagado la guerra. Rojo o blanco, capitán del ejército o comisario político, fascista o comunista, probablemente ninguna de las dos cosas, o ambas a la vez, el cómitre que nos hará remar a latigazos hasta salir de esta galerna ha de ser igualmente cruel e inhumano. En lo Exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras. Que sean éstas o aquéllas, esta mínima cosa que se decidirá al fin en torno de una mesa y que dependerá en gran parte de la inteligencia de los negociadores, habrá costado a España más de medio millón de muertos. Podía haber sido más barato.
Cuando llegué a esta conclusión abandoné mi puesto en la lucha. Hombre de un solo oficio, anduve errante por la España gubernamental confundido con aquellas masas de pobres gentes arrancadas de su hogar y su labor por el ventarrón de la guerra. Me expatrié cuando me convencí de que nada que no fuese ayudar a la guerra misma podía hacerse ya en España.
Caí, naturalmente, en un arrabal de París, que es donde caen todos los residuos de la humanidad que la monstruosa edificación de los Estados totalitarios va dejando. Aquí, en este hotelito humilde de un arrabal parisiense, viven mal y esperan a morirse los más diversos especímenes de la vieja Europa: popes rusos, judíos alemanes, revolucionarios italianos..., gente toda con un aire triste y un carácter agrio que se afana por conseguir lo inasequible: una patria de elección, una nueva ciudadanía. No quiero sumarme a esta legión triste de los "desarraigados" y, aunque siente como una afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme.
Para librarme de esta congoja de la expatriación y ganar mi vida, me he puesto otra vez a escribir y poco a poco he ido tomando el gusto de nuevo a mi viejo oficio de narrador. España y la guerra, tan próximas, tan actuales, tan en carne viva, tienen para mí desde este rincón de París el sentido de una pura evocación. Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera. A veces los personajes que intento manejar a mi albedrío, a fuerza de estar vivos, se alzan contra mí y, arrojando la máscara literaria que yo intento colocarles, se me van de entre las manos, diciendo y haciendo lo que yo, por pudor, no quería que hiciesen ni dijesen.
Y luchando con ellos y conmigo mismo por permanecer distante, ajeno, imparcial, escribo estos relatos de la guerra y de la revolución que presuntuosamente hubiera querido colocar sub specie aeternitatis. No creo haberlo conseguido.
Y quizá sea mejor así.

Mountrouge (Seine), enero-mayo de 1937.

lunes, marzo 09, 2009

La casa de Alicia



As a child I dreamed I fell
headlong down a hungry well
to land upon a leavy floor
just like Alice years before.

In fact she’d left a note for me:
\”If you’re free, please come to tea.\”
A so without further ado
I left just if she’d asked me to.

Asked Tweedeldumm and Tweedledee,
but neitherone
knew where Alice’s house could be.

I asked the knight, I asked the hare,
but neither could direct me there,
and yet somehow I reached her gate
whose notice read:\”You’re far too late.\”

Asked Tweedeldumm and Tweedledee,
but neitherone
knew where Alice’s house could be.

Alice's house
Paul Roland
1988

viernes, marzo 06, 2009

Les Marionnettes



Moi je construis des marionnettes
Avec de la ficelle et du papier
Elles sont jolies les mignonnettes
Je vais, je vais vous les présenter

L'une d'entre elles est la plus belle
Elle sait bien dire papa maman
Quand à son frère il peut prédire
Pour demain la pluie ou bien le beau temps

{au Refrain}

Chez nous à chaque instant c'est jour de fête
Grâce au petit clown qui nous fait rire
Même Alexa cette pauvrette
Oublie, oublie, qu'elle a toujours pleuré

Moi je construis des marionnettes
Avec de la ficelle et du papier
Elles sont jolies les mignonnettes
Elles vous diront, elles vous diront
Que je suis leur ami, que je suis leur ami
Que je suis leur ami, leur ami...

Christophe
Les Marionnettes
1965

jueves, marzo 05, 2009

Trolli {Candy} Bananas



Parece que Bab y Arrturo no andaban desencaminados al plantear sus primeras hipótesis:
Trolli Candy Bananas: platanitos dulces champín para nutrir al cararroja.
Andaba desgolosinado el pobre. Y pedía de lo suyo (quizá con cierta falta de delicadeza).
Mono, en cualquier caso.
Buen Mono.

Situación actual: estable:
Bolsa vacía. Panza (gorda y peluda) repleta.

miércoles, marzo 04, 2009

martes, marzo 03, 2009

Campari Soda



Ich nime no'n Campari soda
Wit under mir liit's Wolkemeer
De Ventilator summet liisli
Es isch as gäbs mich nüme mee.

Ich gsen durs Feischter zwei Turbine
S'Flugzüg wankt liecht i de Luft
Durs Mikrophon seit de Kopilot:
On your left you can see Málaga
through the dust

Taxi
Campari Soda
1977

lunes, marzo 02, 2009

Jonathan Richman en Valencia el próximo 13 de marzo

Para animar a todos los chicos y chicas No Francés amantes del Buen Mono a reunirse en el Disco-Bar, Presidencia ha contactado con el veterano artista, amigo de orfebres y buen-bonito-semilla Antón Pirulero. Éstas son sus palabras de bienvenida, su amable abrazo, besito, melón: