“CAPÍTULO SEIS
Al principio del capítulo anterior os informaba exactamente de cuándo nací; —pero no os explicaba cómo. No; ese particular merece capítulo aparte;—además, caballero, como vos y yo somos perfectos extraños el uno para el otro, no hubiera estado bien haceros conocer de golpe demasiadas cosas acerca de mi persona.—Debéis tener un poco de paciencia. Mi empresa consiste, ya lo veis, en escribir no sólo mi vida, sino también mis opiniones; espero y confío en que vuestro conocimiento de mi carácter, y de la clase de mortal que soy por una parte, os hará tener una mejor idea de lo demás: Conforme vayáis avanzando conmigo, el ligero contacto que se está tejiendo entre nosotros se convertirá en familiaridad; y ésta, a no ser que uno de los dos cometa alguna falta, desembocará en amistad.—O diem praeclarum!—y entonces nada que me concierna se juzgará superficial en sí o aburrido al ser narrado. Por lo tanto, mi querido amigo y compañero, si pensáis que he sido algo parco en mi narrativa del principio, —tened paciencia— y dejadme continuar a mi modo con mi historia:—y si de vez en cuando puede parecer que me pierdo en divagaciones,—o que me pongo un gorro de loco con su cascabel y todo,—no huyáis de mí,—pero confiad cortésmente en que mi sabiduría es un poco mayor de lo que parece a primera vista; y conforme vayamos avanzando, reíros conmigo, o reíros de mí, o haced lo que os parezca—pero por favor, no os alteréis.”
Laurence Sterne
Vida y opiniones de Tristram Shandy, caballero.
1759 - 1767
(trad. de Ana María Aznar. Planeta. 1984)
12 comentarios:
Querido Molibdeno:
Estoy pasando unas vacaciones deliciosas aquí, en Torrelodones, pues he encontrado una pieda para poner el pie, y lo pongo siempre encima. Parece increíble que la Naturaleza sea tan sabia y haga piedras para poner los pies encima in que intervenga la mano del hombre, ni el pie del hombre, ni la cabeza del hombre. Con este motivo, y con un jamón, lo estoy pasando "Chanchi", aunque también me gustaría que estuvieras aquí para que pusieras tu pie encima de la piedra sin intervención de la mano del hombre, del pie del hombre ni de la cabeza del hombre.
Ven pronto, hombre.
Señor Molibdeno:
Haga el favor de irse a Torrelodones con su amigo y ponga los pies en la piedra. No olvide poner un trozo de tela entre la piedra y sus pies, pues las infecciones de "arps xeroliticae" están a la orden del día.
De nada.
Un curioso.
El pingüino es un mamífero desdentado, llamado así porque va vestido de noche.
Vive, generalmente, en lo spaíses molares, entre hielos, no porque prefiera el clima, sino porque allí le dejan en paz.
El pingüino camina siempre sobre dos patas y con la cabeza levantada; su mirada es una interrogación y parece preguntar: ¿Soy un pájaro, un pato, un pez o un señor inglés?
Iré a Torrelodones.
Seré un buen usuario.
Las apófisis no son buenas,
están poseídas por coxis correosos que desean destruir los umbrículos flotantes, hogar y patria de los errantes carinchonvictos. Tengan cuidado señores, que los viscovivos azumes acechan.
P.D.: Deseo sean felices con los pies en la piedra, envidio sobremanera su fortuna, jamas encontre una piedra de semejante valía.
El usuario anónimo es un tipo simpático.
Reciba un abrazo desde los pies.
Desde la piedra.
Y cuídese ese coxis, no me sea tan morigerado.
Lamento no ser pétreo, pero añado versos juanramonianos a tu Sterne:
Por el balcón abierto a brumas estrelladas]
venía un viento triste de brumas invisibles...]
ella me preguntaba de cosas ignoradas]
y yo le respondía de cosas imposibles...]
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