lunes, octubre 23, 2006

Comerse a un orfebre


Aunque puse toda la buena voluntad del mundo y él se portó como un bendito, no pude comerme a un orfebre.
Tenía la cabeza dura y peluda, y mis humildes mandíbulas no tenían el tamaño ni la fuerza necesarios.
Si hubiera sido un guepardo o un tigre de dientes de sable (o macairodonte), podría haberle destrozado el cráneo a dentelladas, pero en vista de que no llegábamos a ninguna parte y se iba haciendo ya la hora mala, lo acompañé a la puerta, le di las gracias y le indiqué el camino más corto al Palacio Francés.
Cuando se dio la vuelta, le vi la nuca, la espalda y la parte de detrás de las orejas.
Gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

SALMO 42

Como busca la cierva
corrientes de agua, así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
“¿Dónde está tu Dios”?

Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío”

Cuando mi alma se acongoja
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor

Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.

De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida

Diré a Dios “Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿por qué me voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?”

Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
“¿Dónde está tu Dios”?

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío”

Anónimo dijo...

No sé quién es el Sr Eco ni si ha comido orfebres, pero desde luego el salmo elegido y transcrito es una obra maestra. Sin duda.

Anónimo dijo...

Moli Molar fue el Sr. Eco por un rato.
Cosas de la tele.
Ya no lo es.
Hace demasiado que no se zampa un buen orfebre.