lunes, junio 12, 2006

Gravedad e importancia del humorismo (I)


“[…] Cuando ni gemimos ni nos encolerizamos ante lo que nos disgusta, no queda más que una actitud: la de la burla. Es ésta una posición desde la que no pretendemos matar al adversario, sino, en todo caso, hacer que se suicide; ni aspiramos a contagiarle nuestras lágrimas, sino a que sea la sonrisa la que se le pegue y le desarme.
En este caso la impresión hiriente no pasa tan sólo por el corazón para tomar en él bríos de protesta o acentos aflictivos, sino que se deja macerar en el cerebro, de donde sale como amansada; más pulida, más cortés y, sobre todo, más comprensiva. […]”

Wenceslao Fernández Flórez
Discurso de ingreso en la Real Academia, 1945.


“[…] Hoy parece volver a imperar la teoría de los humores mantenida por los médicos, desde Marañón, que preconiza la inyección de alegría, a Pittaluga, que prejuzga el sentido del humorismo al definir el temperamento como algo que “surge del conjunto de las correlaciones bioquímicas humorales, dependientes, a su vez, de la actividad trófica y glandular o diastásica de las células que integran nuestros órganos, muy en particular los órganos de secreción interna. Ejercen éstos directa y continua acción sobre el sistema nervioso vegetativo; y por medio de este último y del plasma sanguíneo otorgan al sistema nervioso central las cualidades específicas de nuestra sensibilidad”.

[…] Se sabe de la influencia en la alegría de un buen endocrinismo y metabolismo, y espero que pronto se encuentre la glandulilla basamental del humorismo, y que a los hipohumoristas les podrá compensar una inyección de preparado humorístico.

[…] En el momento de girar la épica hacia otro avatar, surge lo humorístico como la fiesta más eternal, porque es la fiesta del velatorio, de todo lo falso descubierto y de todo lo que estuvo implantado, y a lo que le llega la hora de la subversión.

[…] La actitud más cierta ante la efimeridad de la vida es el humor. Es el deber racional más indispensable, y en su almohada de trivialidades, mezcladas de gravedades, se descansa con plenitud.
Se sobrepasa gracias al humor esa actitud por la que sólo se es un profesional del vivir, en toda la sumisión que representa ese profesionalismo.

[…] No se propone el humorismo corregir o enseñar, pues tiene ese dejo de amargura del que cree que todo es un poco inútil.
Casi no se trata de un género literario, sino de un género de vida, o mejor dicho, de una actitud frente a la vida.
El humorismo ha de tener una nobleza improvisadora de poeta. ¡Qué feo es ese humorismo sistemático de sota, caballo y rey, sin la feracidad sentida del artista!
La tremulancia que necesita el humorismo no se encuentra jamás en esos humoristas de ajedrez, verdaderos simuladores del humor, que realizan su papel como actores repetidos del humorismo.

[…] Gracias al humorismo, el artista evita el creer resolver problemas que son insolubles y que tal vez ni problemas son, sino la vida mal planteada, defectos de la vida confinada en pequeños círculos. Gracias a ese recurso de elevación se pone en extremos de luz el margen en que estará el porvenir respecto a muchas cosas y deja abierto el círculo en vez de cerrarlo de esa manera que ha vuelto insoportables muchas obras literarias por atosigación de su seriedad y de su calidad de género cerrado.

[…] Toda obra tiene que estar ya descalabrada por el humor, calada por el humor, con sospechas de humorística; y si no, está herida de muerte, de inercia, de disolución cancerosa.
Todo lo que no tenga humorismo se convierte en un cuento de miedo que no mete miedo a nadie.

[…] El humor entra en las cosas por el lado por el que no existen, y es el que las revela más.
Lo que de mastodóntico y aplastado tiene el mundo sólo lo compensa la mirada humorística. Todo es montaña para el hombre si el hombre no es humorista. […]”

Ramón Gómez de la Serna
Gravedad e importancia del humorismo
Revista de Occidente, febrero 1928.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

“Lo maté porque me dolía la cabeza. Y él venga hablar, sin parar, sin descanso, de cosas que me tenían completamente sin cuidado. La verdad, aunque me hubiesen importado. Antes miré mi reloj seis veces, descaradamente: no hizo caso. Creo que es un atenuante muy de tenerse en cuenta.”

Anónimo dijo...

La vaca es un rumiante: se traga el alimento para más tarde devolverlo a la boca y masticarlo con tranquilidad. Exactamente de esa forma se deberían leer los libros: volviendo a ellos en diferentes ocasiones y masticándolos a fondo para asegurarnos una digestión placentera.

Anónimo dijo...

Las vacas son masticables.
Su digestión: placentera.

Mastiquémoslas.

En Trípoli.

Ahá, Ahá!

En Trípoli.

Ahá!

Anónimo dijo...

Decían que el cuento más corto era el de Monterroso:

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."

Hay uno de Crímenes Ejemplares más corto:

"La maté porque era de Vinaroz".

O ese, doble:
"La maté porque era mía."
"La maté porque no era mía".

Adiós y buenas tardes.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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