jueves, junio 22, 2006

Gravedad e importancia del humorismo (III)


EL HUMOR

“[...] ...pues ese sentido de lo incongruente es una de las mayores cualidades que equilibran el espíritu europeo. Sería fácil recorrer los archivos de cada nación y señalar este elemento en cada novela u obra de teatro, y en no pocos poemas y obras filosóficas. Naturalmente no tenemos aquí espacio para llevar a cabo semejante indagación, pero podemos mencionar tres grandes nombres históricos, uno inglés, uno francés y el tercero español, pues inauguraron nuevas épocas e incluso los pocos que les superaron continuaron siendo sus seguidores. El primero de esos nombres decisivos es el de Chaucer, cuya urbanidad ha contribuido a ocultar en parte su verdadera originalidad. La civilización medieval tenía un poderoso sentido del grotesco, tal como se aprecia en su escultura, pero se trataba en cierto sentido de un sentimiento belicoso, relacionado con dragones y demonios; estaba vivo, pero sobre todo coleaba. Chaucer introdujo en aquella atmósfera la fresca brisa de la comedia verdadera, una especie de incongruencia aún más incongruente en aquel mundo. En sus descripciones personales tenemos un elemento nuevo y muy inglés, que hace que sintamos cierta simpatía hacia la misma gente de la que nos reímos. Toda la novela humorística, por no decir toda la novela, arranca del prólogo de los Cuentos de Canterbury.
Bastante más tarde, Rabelais pasó una nueva página al demostrar que las cosas del intelecto podían tratarse con la energía de los espíritus más elevados y una especie de presión física exuberante que era humorística en su propio abandono. Siempre será la inspiración de cierto tipo de impaciencia genial, y de los momentos en los que la gran imaginación humana se desborda.
[...] En tercer lugar, apareció con Cervantes un elemento nuevo en su expresión explícita: esa gran cualidad cristiana del hombre que se ríe de sí mismo.
[...] Desde entonces, el humor en este sentido puramente humorístico, la confesión de complejidad y debilidad que ya hemos señalado, ha sido una especie de secreto de la alta cultura de Occidente. La influencia de Cervantes, Rabelais y los demás recorre todas las letras modernas, sobre todo las nuestras; tiene un sabor ácido y taimado en Swift, un gusto más delicado y tal vez más dudoso en Sterne, recorre toda clase de experimento de ensayo o comedia, se detiene en la alegría pastoral de Goldsmith o continúa hasta dar a luz, como en un parto gigante, las vivas caricaturas de Dickens.
[...] El humor absurdo puede describirse como un humor que, por el momento, ha renunciado a cualquier conexión con el ingenio. Es un humor que abandona cualquier intento de justificación intelectual y no se limita a burlarse de la incongruencia de algún accidente o farsa, como subproducto de la vida real, sino que la extrae y disfruta por sí misma. Jabberwocky no es una parodia de nada; los Jumblies no son una sátira de nadie; se trata de la locura por la locura, igual que el arte por el arte, o, más exactamente, que la belleza por la belleza; y no sirven a ningún propósito social, salvo tal vez al de proporcionar un momento de evasión.
[...] Ésta es tal vez la última fase en la historia del humor; pero incluso en este caso conviene conservar lo que es una virtud esencial del humor: la virtud de la proporción. El humor, como el ingenio, está relacionado, aunque sea de manera indirecta, con la verdad y las virtudes eternas; igual que la mayor incongruencia consiste en ponerse serios al hablar del humor; la peor clase de pomposidad es enorgullecerse monótonamente del humor, pues él mismo es el mejor antídoto contra el orgullo y ha sido desde la época del Libro de los Proverbios el martillo de los idiotas.”

DEFENSA DEL ABSURDO

[...] “Es verdad, en cierto sentido, que algunos de los mejores escritores que ha visto el mundo — Aristófanes, Rabelais y Sterne — practicaron el absurdo, pero o mucho me equivoco o lo hicieron de un modo muy diferente. El absurdo de aquellos hombres era satírico, es decir, simbólico; era una especie de exuberante travesura alrededor de una verdad probada.
[...] Por tanto, si la literatura del absurdo va a ser de verdad la literatura del futuro, debe tener su propia versión del cosmos que ofrecer: el mundo no debe ser sólo trágico, romántico o religioso, también debe ser absurdo. Y aquí imagino que la literatura del absurdo acudirá inesperadamente en ayuda de la visión espiritual de las cosas.
[...] Ése es el lado de las cosas que tiende más sinceramente a la maravilla espiritual. Resulta muy significativo que en el mayor poema religioso existente, el Libro de Job, el argumento que convence al infiel no sea (como ha querido dar a entender la religiosidad meramente racional del siglo XVIII) una imagen de la ordenada beneficiencia de la creación; sino, por el contrario, una imagen de su inmensa e indescifrable sinrazón. “¿Has hecho que llueva en las tierras despobladas, en la estepa donde no habita el hombre?” Este sencillo sentido de la maravilla ante las formas de las cosas y su independencia de nuestros criterios intelectuales y nuestras triviales definiciones, es tanto la base de la espiritualidad como del absurdo. El absurdo y la fe (por extraña que pueda parecer esta conjunción) son las dos afirmaciones simbólicas supremas del hecho de que extraer el alma de las cosas con un silogismo es tan imposible como sacar al Leviatán del agua con un anzuelo. La persona bienintencionada que, tras estudiar sólo el lado lógico de las cosas, decide que la “fe es absurda”, no sabe cuánta verdad encierran sus palabras; más tarde podría reencontrarla en la forma de que el absurdo es la fe.”

G. K. Chesterton (1874 – 1936)
Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos)
(Trad. de Miguel Temprano)
Acantilado, 2005.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo lo dije y aqui estoy, en mi anonimicidad tan criticada por moli nuestro señor (anda que vaya nombre, el flipón) y sus amigos emperadores, y como lo prometi lo digo: caca (dicho sea con cariño y con el màs profundo respeto por toda creencia e ideologia animal, vegetal o mineral)

Anónimo dijo...

Síncope asintomático,
ajilimójilis helicoidal,
sinforosis anacárdida,
ajunje!!!!!
milicóstidos anfilisíticos,
ujú ujú malincoides

Anónimo dijo...

¿Ha pensado que quizá sus textos son excesivamente largos, densos y extenuantes?

Anónimo dijo...

Lo ha pensado, dice. Pero poco.

Anónimo dijo...

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